TIMIDEZ EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA
Detectamos un exceso de timidez cuando los menores se esconden tras los adultos, no hablan en situaciones sociales, se ponen nerviosos, se ruborizan, etc., sufriendo una inquietud e incomodidad que hace que no quieran salir de casa o relacionarse con personas ajenas a su entorno más cercano.
La timidez se produce como consecuencia de una combinación entre factores innatos y otros aprendidos tras una o más experiencias negativas. Sin embargo únicamente se convierte en un problema cuando el nivel de malestar que le produce al niño o al adolescente es tal que comienza a interferir de forma significativa en las actividades de su vida cotidiana.
SITUACIÓN
En estos casos, tener que enfrentarse a determinas situaciones sociales se convierte en una fuente de ansiedad para el menor, por lo que desarrollan comportamientos de evitación o de escape de dichas situaciones buscando sistemáticamente refugiarse en lugares que consideran más seguros o con personas que no les resultan amenazantes desde un punto de vista social.
Con el tiempo, este hábito unido a la falta de otras estrategias para manejar su ansiedad podrían desembocar en el desarrollo de una auténtica fobia social con los consiguientes problemas derivados del aislamiento y las dificultades para llevar una vida normal.
TRATAMIENTO
Una vez evaluada la situación del menor, nuestro trabajo se centra fundamentalmente en el aprendizaje y entrenamiento de habilidades sociales que le ayuden a enfrentarse y a manejar adecuadamente diferentes tipos de situaciones.
Es igualmente importante que el menor aprenda a manejar sus respuestas de ansiedad de forma que pueda reducir su malestar ante dichas situaciones. Asimismo la detección de determinados tipos de pensamientos negativos que se encuentran en la base de estas respuestas es fundamental para lograr superar estas situaciones y lograr una vida social totalmente normalizada.