EL RETRASO ESCOLAR
Decir que cada niño es diferente y que cada uno vive unas circunstancias particulares puede ser una obviedad, a pesar de ello, el trabajo en el aula ha de mantener un ritmo general que se adapte a la mayoría del grupo por lo que en muchas ocasiones van quedándose atrás quienes presentan mayores dificultades.
Entre las posibles circunstancias que pueden influir en el rendimiento académico del menor podríamos identificar algunas relacionadas con su entorno familiar, conflictos familiares, separación de los padres, nacimiento de un hermano o la aparición de otras figuras de referencia en su entorno cercano como pueden ser las nuevas parejas de sus padres. En otras ocasiones, los cambios en dichas circunstancias pueden ir desde simples sustituciones de alguno de sus profesores hasta otras mucho más complejas como la vivencia de algún tipo de experiencia traumática ya sea puntual o mantenida en el tiempo.
OTRAS CAUSAS DEL RETRASO ESCOLAR
Una circunstancia especial podríamos observarla cuando hablamos de niños adoptados procedentes de países extranjeros que además del desarraigo y del desconocimiento del idioma y otros hábitos culturales, pueden haber vivido situaciones especialmente dañinas para su desarrollo físico, psíquico y emocional.
Por otro lado, e independientemente de sus circunstancias, cada niño posee un ritmo de aprendizaje diferente en función de sus aptitudes numérica, de comprensión verbal, de razonamiento, percepción espacial, etc. Estas capacidades intelectuales, unidas a su capacidad para afrontar emocionalmente las situaciones a las que se enfrenta cada día, determinan en gran parte su nivel de rendimiento académico.
TRATAMIENTO
Conscientes de que los resultados académicos son producto tanto de las capacidades intelectuales del menor como de sus propias competencias emocionales para afrontar las diferentes situaciones de su vida cotidiana, en nuestro centro trabajamos ambos aspectos con igual atención.
Por un lado, establecemos programas de trabajo intelectual individualizados adaptados a las capacidades de cada niño y que establecemos una vez hemos realizado su evaluación individual: razonamiento, concentración, memorización, preparación de exámenes, etc. Por otro, enseñamos a los niños a reconocer las diferentes emociones asociadas a sus circunstancias: frustración, desmotivación, ansiedad, etc., y les enseñamos pautas para manejar esas emociones de forma eficaz facilitándoles un completo desarrollo tanto intelectual como emocional.